En el monumento al Encuentro de Bolívar y San Martín. Guayaquil. |
Realicé mi primaria en la primera
mitad de los años 80, así que este personaje sólo era el del caballo blanco que
cruzó los andes. Dicho sea de paso, me gustaba mucho dibujar los caballos del
cruce, aunque alguna vez pinté algunos de color verde, pero esa es otra
historia.
Entré a la secundaria en un
colegio industrial de aquel viejo Conet, hoy desaparecido por el
neoliberalismo. Algunos se acordarán como se daban las materias humanísticas en
esa época y de sus programas. Recuerdo a mi profe de Historia llamada
Giacometti, decíamos que daba la materia en primera persona por todos los años
que tenía. Usaba un guantecito para escribir en el pizarrón porque era alérgica
a la tiza… quedémonos con esa anécdota y mejor ni hablemos de cómo daba la
materia. La recuerdo mucho por el hecho de que me la llevé todos los años que
solo fueron tres, porque al cuarto empezaba la especialidad.
Así que mi niñez y adolescencia
ni noticias de lo acontecido años atrás en mi país, en América o en el mundo. Luego
viene la música, el conservatorio, el dibujo, el arte y el bichito de saber qué
pasó antes, empezar a conocer del Medioevo, el Clasicismo, Romanticismo, Impresionismo,
etc. Así, me empiezo a interesar y a apasionar por el revisionismo histórico y comienzo
a conocer a los verdaderos Héroes de la Patria y de Nuestra América. Vuelvo a descubrir
y a enamorarme de San Martín, Belgrano, Castelli, Moreno, Bolívar, Sucre, O'Higgins,
Martí, por solo nombrar a los que motivan estas líneas.
Hoy recorro América latina y el
Caribe, y me encuentro más cerca de estos personajes. Me emociona seguir las
huellas de aquel hombre por el que eligieron mi nombre. Encontrarme en el Perú
que liberó o estar en la esquina de Pichincha y 9 de Octubre, donde se produjo
su encuentro con Bolívar, a sólo metros del monumento en el malecón de
Guayaquil. Se me eriza la piel cuando piso ese sitio.
No importan las especulaciones sobre
dicho encuentro, ya sea por parte de Sanmartinianos o del lado de los Bolivarianos,
lo que importa es esa sensación que me recorre al saberme tan cerca de nuestra
historia, de aquella que nos fue negada a los y las de mi generación. Hoy re
descubriéndola en carne propia, en los lugares donde se produjeron los hechos trascendentes
y en estos tiempos en los que se construye, con esfuerzo y día a día, el sueño
de esos hombre y mujeres, el de la América unida.
Esto recién empieza: la búsqueda, el aprendizaje, el
conocerme, enriquecerme... Esto no para más.
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