La motivación, desentrañar las resistencias a la transformación del paradigma empresarial de la comunicación en el contexto de los procesos políticos de cambio vigentes en la región. Indagar en las diferencias, los matices, las recurrencias y coincidencias de las formas que aún persisten del modelo cultural neoliberal en nuestros países. Formas, métodos y actores concretos que pugnan por volver al poder o, al menos, por no perder privilegios. Permeada por la realidad argentina en tales aspectos, la Cigarra tomó una decisión para mirar con ojos propios, interactuar y reflexionar con otros y con otras. Mostrar, decir y producir en tiempo de viaje, con recursos propios y prestados, a pulmón pero con gran entusiasmo y convencida de la necesidad de aportar al tiempo de los pueblos, a los debates actuales, a la generación de conciencia dialéctica. Comprender los por qué, los cuándo y los cómo de todo proceso social y hacerlos asibles, comunicables. Retomar aquella tradición oral que siempre explica y que aloja al pasado en el presente. Crear, también, imágenes reales y de fantasía que lleven a la imaginación a la posibilidad de atravesar fronteras demarcadas e inesperadas.
Así, la Cigarra emprendió un
viaje de búsquedas, sorprendida en su cotidianeidad de ciudad por la necesidad
de indagar las transformaciones culturales, comunicacionales y de producción
creativa de los países cercanos, de esa América Nuestra que lucha por fundirse
en Patria Grande.
En su mínimo departamento de la
ciudad de Morón dejó a su gata bien cuidada, armó y desarmó varias veces la
mochila hasta definir lo imprescindible en un intenso proceso de desapego y
salió al ruedo: Bolivia, el destino de su primera travesía.
Y allí, a primera vista lo más
complejo, lo que no se ve con ojos de superficie y de lo que no se habla: la comunicación implícita.
Cuando una visita Bolivia y
recorre sus tierras, asiste a una certeza evidente: su geografía de desniveles
y de intrincados caminos de selva, bosque, monte y cordillera no propician la
circulación fluida, ni la conectividad. Se trata más bien de un territorio
ensimismado, de luces y sombras que se hunden en cavidades inexorables, y que
vuelven a nacer con una luminosidad irradiante en altos picos nevados. Esos pueblos,
que habitan el corazón mismo de América del Sur, han recorrido cientos de miles
de kilómetros a pié.
A quienes nos interesan las
formas de comunicación desde una perspectiva amplia, la pregunta por el modo en
que la geografía influye en las formas de comunicación de estos pueblos,
necesariamente, aparece. Y ahí están, los tejidos cuyos dibujos nos hablan de
la vida cotidiana de campesinos y campesinas, los cantos como modo en que
también se comunican, y esta idea de lo implícito, esa que nos habla del modo
en que las culturas se entienden sin mucha necesidad de “medios” que nos
procesen lo que sucede, lo que acontece adentro.
Porque hay momentos en la vida de
los pueblos en los que la caldera hirviendo se siente por dentro y de a miles,
en los que las miradas muestran siglos de intercambios de conocimientos, de aprendizajes
empíricos que se trasladan de generación en generación cual modo del ser y del
hacer. Ahí radica la no mediación, las condiciones para que emerja la comunión
de ideas que rompen con el paradigma del pensamiento único y que inundan de
diversidad el intento homogeneizador, el alienante.
El 2003 fue un punto de inflexión
en la política boliviana. El gobierno de turno era de tendencia neoliberal y
respondía a lo que se dio en llamar como “gobiernos pactados”, con baja
popularidad pero que llegaban al poder a partir del acuerdo de los actores
políticos, económicos y extranjeros con intereses en Bolivia. Sus políticas
eran claramente extractivas de los recursos del país y de espaldas al pueblo,
fundamentalmente, opresivas en relación a las mayorías indígenas y campesinas
que pueblan los territorios de Bolivia. Ya desde los años 90 venían gestándose
en el país grupos subalternos que alejados de las estructuras partidarias
tradicionales, por el modo en que éstas traicionaron sus principios y
funcionaron en el esquema de gobiernos pactados, dieron en el 2000 una
contundente muestra de descontento contenido. El epicentro: Cochabamba, el
motivo: la privatización del suministro de agua que llevó a un aumento
exacerbado de su costo. Así durante enero y abril del año 2000 masivas marchas
del pueblo en las calles, llevaron a la vuelta atrás de la privatización. Los
hechos fueron conocidos como la “guerra del agua” y podría considerarse como la
primera manifestación de repudio a las lógicas neoliberales imperantes. En 2003,
los hechos conocidos como la “guerra del gas” muestran un aumento en los
niveles de desgaste y hartazgo del pueblo, a su vez que mayores niveles de
organización. Basados en la tradición comunitaria presente en Bolivia, así como
en los resquicios de organización obrera y minera que otrora (1952) había
permitido un cambio de época: el fin del modelo terrateniente oligárquico y el
inicio del período conocido como la Revolución nacionalista que duró hasta su
derrocamiento en 1964, los movimientos sociales, indígenas y campesinos
comienzan a hacerse oír. En 2003, ante la decisión del presidente Sánchez de
Lozada de exportar gas a Estados Unidos y México vía Chile, cuando aún no había
abastecimiento suficiente para el mercado interno, el pueblo sale a las calles
a manifestarse en contra de la mencionada política hasta tanto no se garantice
la distribución de gas en todas las poblaciones de Bolivia. Estos hechos,
conocidos también como “Octubre Negro” expresaron a tal punto el enojo
contenido del pueblo boliviano que el neoliberal Sánchez de Lozada, huyó un 17
de octubre en helicóptero.
Gustavo Portocarrero, Gerente
General de la televisora pública Bolivia TV, expresa: “en octubre de 2003
cuando libramos una de las batallas finales donde el pueblo se movilizaba, no
lo hacía porque los medios habían convocado, no lo hacía porque la radio tal
había dicho, lo hacía porque el país lo necesitaba”.
Pero los medios siguen ahí e
interactuamos con ellos, como expresión de lo que también somos.
Según una encuesta del
Observatorio Nacional de Medios de la Fundación Unir Bolivia, en las ciudades
bolivianas las personas se informan más por la televisión.
¿Qué podemos decir en cuanto a la
propiedad de los medios de
comunicación?
La Ministra de Comunicación,
Amanda Dávila Torréz, plantea la existencia de oligopolios en Bolivia. A diferencia
de lo que sucede en otros países de la región que asisten a la presencia de
medios monopólicos, en el caso boliviano, los medios son propiedad de un puñado
de familias poderosas en términos regionales, políticos y económicos. Territorio, riqueza económica y participación política son variables que se
entrecruzan y que dan como resultado un mapa de medios comerciales que responde
al paradigma privado empresarial de la comunicación, y que tuvo momentos de
fuerte oposición al gobierno de Evo Morales.
Claudia Benavente, Directora del
Diario La Razón, expone con agudeza la relación existente entre los medios
privados de comunicación y el gobierno: “Hay un antes y un después de Evo
Morales (…) porque el ascenso político de Evo Morales ha implicado un nuevo
escenario mediático. Antes, estábamos bajo una lógica más o menos amistosa, más
o menos pactada entre medios de comunicación privados y gobierno. Cuando llega
al poder Evo Morales se da un quiebre en
esa relación. El gran porcentaje de las propiedades de los medios de
comunicación se ve confrontado a algo que no conocía: cómo se hace para
negociar con los indios, con los movimientos sociales; ya no están los
ministros. En la cancillería hay un canciller con su chamarra de cuero, es
decir, se violenta el sistema (…)”
¿Cómo se configura hoy el mapa de medios?
Fuente: Datos ATT a diciembre de 2011. Publicado en “La
verdad secuestrada: medios de comunicación privados y el proceso de cambio en
Bolivia”, Sacha Llorenti Soliz. Ed. Stigma, septiembre de 2012.
Como muestra el gráfico, el 61%
de los medios existentes en Bolivia corresponde a los denominados empresariales,
aunque la nueva Ley de Telecomunicaciones y Tecnologías de Información y
Comunicación abre un periodo de transición para que a partir del año 2017 se
plasme en todo su potencial la distribución del espectro en tercios: 33% medios
empresariales, 33% públicos y 34% indígenas y comunitarios. Impronta que parece
marcar el camino de la comunicación como un derecho de todos y de todas en algunos
países de la región: es el caso de Argentina, Ecuador y Bolivia, aunque en los
dos primeros se promulgaron leyes de medios que contemplan otros aspectos
vinculados, también, a la producción y promoción de contenidos locales.
La diferenciación entre medios
confesionales y sociales, se debe a que en Bolivia los medios ligados a la
Iglesia Católica poseen una larga historia y por sus características, nivel de
cobertura e inserción en la cultura boliviana, ameritan un párrafo aparte. Se
trata de los primeros medios cuya impronta central estuvo vinculada a la
alfabetización por radio: las denominadas radios educativas que también tuvieron
programas en aymara y en quechua.
Las radios mineras, por su parte,
poseen en Bolivia una historia muy ligada al desarrollo del país y, tal vez, la
diferenciación entre “confesionales” y “sociales” se deba a la disputa que
existía en los comienzos entre estos dos tipos de radios. Donato Ayma,
sociólogo aymara y comunicador social, lo expresa del siguiente modo: “la voz
del minero peleaba por los derechos de los trabajadores mineros y propagaba las
ideas del Che y de otros revolucionarios, la Pio XXII hablaba contra el
comunismo. Hasta que la Pio XXII se da cuenta que estaba en una población
campesina, minera, pobre, entonces, cambia de sentido filosófico y empieza a
trabajar en pos de la educación de esa población”.
En la actualidad el sector social
se encuentra en proceso de expansión dada la política pública orientada al
fortalecimiento de las radios de las comunidades, en pos de que logren ocupar
el porcentaje que la ley les asigna.
En síntesis, y más allá de las
diferencias ideológicas e históricas que presenten, las experiencias asociadas
a medios populares en Bolivia son parte fundamental de los estudios vinculados
a la comunicación popular y comunitaria en América Latina. Si existe tal
disciplina de estudio, es también y fundamentalmente, en función de la riqueza e
importancia política, social y cultural de las experiencias mencionadas.
Medios privados: ¿Cuáles son las
principales familias propietarias de
medios?: sus relaciones, territorios de pertenencias y principales
vinculaciones políticas.
El cambio de propiedad de algunos
medios en los últimos tiempos en Bolivia generó toda una serie de rumores, especulaciones
y alborotos dentro del mundillo periodístico y de la prensa política. El caso
de la Radio Panamericana es bien paradigmático en lo vinculado al modo en que
las resistencias se expresan sin mediar si quiera los principios básicos de la
labor periodística. Así, el debate se hace visceral y se inunda de pasiones que
puestas al servicio de la mentira son un arma de destrucción de gran potencia.
Irreflexivas, sordas pero no mudas, más bien gritonas y con ceño fruncido.
Vamos al ejemplo, a principios
del año 2012 información difundida por la periodista Amalia Pando en su
programa matutino en la Radio Erbol, postuló una supuesta venta de la Radio
Panamericana al grupo venezolano “Cisneros”, aunque también expuso que el
propio dueño de la emisora negó la venta. Sin embargo, la periodista planteó: “…lo
mismo decían los dueños de La Razón y ATB..”.
Tiempo después, fue el sindicato de trabajadores de radio Panamericana
el que desmintió las versiones de venta.
En esta “corrida” mediática, nos
topamos con tres cuestiones centrales que hacen a los “usos y costumbres” de
cierta prensa en la actualidad: la certeza – se supone que uno de los bienes
más preciados en la práctica periodística-, la mentira – sin más vueltas- y la
demonización, estigmatización de un “otro” – sobre qué supuestos digo qué y qué
complicidades produzco-. Vamos, entonces, a despejar la X. La certeza: el mapa
de medios en Bolivia se está modificando desde el 2006 a la fecha. La mentira:
la venta de radio Panamericana. La demonización: como otros medios se vendieron
y sus dueños, a priori, lo negaron o evitaron declaraciones hasta tanto la
venta no se concluya, aquí se hace una utilización de aquellos sucesos para
afirmar la mentira en función, a su vez, de la construcción de un determinado relato.
Si la venta se niega, no es porque la información es errónea y esa transacción
no se está produciendo, sino que es porque algo se oculta. Hay algo oscuro que
no se pretende develar porque pareciera estar teñido de cuestiones sobre las
cuales se despliegan una serie de connotaciones negativas: que haya medios que
se vendan, que las propiedades de los medios cambien, que el Estado regule el
mercado de las telecomunicaciones desde una perspectiva de derechos humanos y
no de complicidades espurias. Pero, para terminar de completar el relato, es
preciso un comprador que ya de por sí haya sido minuciosamente erigido como
“feo, sucio y malo” por los medios hegemónicos en Latinoamérica y el mundo: los
venezolanos, que por carácter traslativo reciben para sí todas las
características negativas que fueron edificadas en Chávez.
A partir del mecanismo de la
deconstrucción asistimos a la elocuencia y naturalidad de su antagonista, tan
preciado hoy en las redacciones y productoras mediáticas, más aún que la certeza,
pareciera. Gracias Derrida, muchas gracias por el aporte a la comunicación y la
cultura.
El procedimiento aplicado aquí,
claro está, es posible de diligenciar en gran cantidad de sucesos que producen
torbellino mediático sin más base de sustentación que intencionalidades
distintas a las de informar.
Volviendo al caso, y como hemos
apreciado en el mapa de medios, la radio Panamericana sigue en manos de Miguel
Antonio Dueri.
También podemos apreciar en la
infografía los medios dependientes de la
esfera estatal y, por otra parte, los medios
confesionales.
Como ya hemos explicitado, un
momento de quiebre en la historia política de Bolivia aconteció en el año 2003,
la denominada Guerra del Gas. Veamos
cómo fue la cobertura mediática en esos sucesos según el elocuente relato de
Jorge “Coco” Cuba, actual Director de la Agencia Boliviana de Información que por
aquellos años ejercía el periodismo para una agencia extranjera. “Hacia el 12 de octubre del 2003, una columna
del ejército boliviano se desplaza a la ciudad del Alto para escoltar un convoy
de carros de gasolina. Bolivia vivía un proceso de descomposición social esos
días, gobernaba el presidente ultra neoliberal, Gonzalo Sánchez de Lozada.
Entonces, la población del Alto (…) se lanzó a las calles y enfrentaron al ejército,
ellos armados de piedras, de palos para impedir que el ejército escolte ese convoy
y devuelva la normalidad a Bolivia. Porque La Paz, que es el epicentro de la
política boliviana, empezaba a sufrir desabastecimiento de carburantes y eso en
la historia, en la tradición política, significa que cuando La Paz se
desestabiliza se desestabiliza el país y como efecto automático, inexorable, se
cae el gobierno (…). El convoy llegó a La Paz. Cuando fuimos a ver cuánta
gasolina traían, nos dimos cuenta que los uniformados bolivianos venían muy
agitados, fuera de quicio (…), gente erguida sin necesidad de estarlo. Poco a
poco empezó a bajar el rumor de que el ejército para abrirse paso había matado
a 27 bolivianos, había utilizado arma pesada (…). Curiosamente, los medios de
comunicación, esa tarde, pasaron películas de última generación, todos los
medios incluido el canal 7 que respondía, por supuesto, al gobierno (…). La
idea era ocultar esos muertos. Después de eso, se quitan la máscara. Cuando
sube Evo Morales, esos mismos medios que pasaron tremendas películas esa tarde,
empiezan a atacar a Evo Morales”.
Evo Morales asumió el gobierno en
el año 2006 y en el año 2008 enfrenta uno de los momentos políticos de mayor
tensión. Los hechos son conocidos como el intento de Golpe cívico prefectural. Ante la decisión del Gobierno de Evo Morales
de nacionalizar ciertas regalías con el
fin de financiar un bono vitalicio
para los ancianos, e iniciar un proceso constituyente que diseñe una nueva Constitución
Política del Estado, acorde a los nuevos tiempos, ciertos sectores económicos
en alianza con fracciones políticas opositoras, iniciaron un proceso de fuerte
violencia que pretendió quebrar Bolivia en Oriente / Occidente valiéndose de discursos
autonomistas y xenófobos, cuando el tema
central de fondo que se plantea en este conflicto es: quién y cómo explota los
recursos naturales (hidrocarburos) en Bolivia. Las tomas de instituciones
públicas del Estado comenzaron en el Departamento de Santa Cruz de la Sierra y
los conflictos llegaron a suscitarse en toda la región de Bolivia conocida como
“la medialuna”. Medios televisivos de gran audiencia a nivel nacional llevaron
a cabo coberturas que, lejos de informar con rigor periodístico los sucesos, se
dedicaron a incentivar la violencia e instalar en agenda la idea de una guerra
civil. Desde todos los noticieros de canales como UNITEL, UNO y MEGAVISIÓN, se
instalaba la idea de una intervención por parte del Gobierno central a través
del uso de la figura del Estado de Sitio, fue el mismo gobierno a través de una
conferencia de prensa que tuvo que desmentir tales versiones ya que lo único
que se lograría de ese modo sería ocasionar mayores niveles de violencia. Por
el contrario, lo que el gobierno central proponía era el diálogo y la
convocatoria a los gobiernos departamentales para investigar las
responsabilidades en las tomas de instituciones y destrucción del patrimonio
público.
En el año 2011 el Gobierno de Evo
Morales atravesó otro momento de tensión y violencia en donde la cobertura de
los medios también ha sido tendenciosa y en nada constructiva para favorecer el
diálogo entre las partes. Los hechos se conocen como el Conflicto del Tipnis. Se trata de un conflicto aún no resuelto entre
determinadas comunidades de indígenas de tierras bajas y el gobierno
plurinacional de Bolivia debido a la construcción del segundo tramo de la
carretera Cochabamba – Beni que atravesaría la zona del TIPNIS (Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure).
En la VIII Marcha Territorio y Dignidad indígenas de esas tierras llegan a La
Paz con un petitorio que básicamente se resume en la negativa a la construcción
de la carretera en ese territorio. En ese contexto, el 25 de septiembre de 2011
por órdenes que aún no fueron del todo esclarecidas pero que produjeron la
renuncia del Ministro de Gobierno, un grupo de policías y militares reprimieron
a los y las marchistas en la localidad de Chaparina departamento de Beni. Más
allá de que aún el conflicto del TIPNIS por la construcción de la carretera no
esté resuelto y hayan quedado enfrentadas comunidades originarias y campesinas
de tierras bajas y altas, lo cierto es que desde los medios de comunicación la
complejidad del conflicto no fue abordada y más bien se centraron en un
tratamiento amarillista del día en que se produjo la represión policial,
llegando, incluso, a utilizar la mentira para magnificar los sucesos, en clara
intencionalidad de desprestigiar a Evo Morales. Se dijo, entre otras cosas, que
producto de la represión había muerto un bebe cuando esa información no
respondía a ningún dato de la realidad. La intervención del gobierno central en
la marcha indígena fue injustificada y claramente repudiable, pero la cobertura
de los medios no hizo más que desinformar y mentir.
“Una de nuestras crisis más fuertes ha sido el caso del Tipnis. Cuando los
medios dijeron que había muertes, niños muertos, se han posicionado en uno de los momentos más duros
de la mentira. Ahí, el gobierno ha logrado plantear un nuevo debate que está vinculado a cómo
equilibrar un derecho tan importante para la democracia como es la libertad de
expresión, con un derecho tan importante de la comunidad, de la sociedad, de
ser correctamente informados”, expresó Sebastián Michel Hoffmann, Subsecretario
de Gestión Comunicacional. En ese contexto, medios de gran importancia nacional
expresaron:
En uno de sus noticieros la
presentadora de UNITEL, expresó en referencia a los hechos suscitados en el
Tipnis: “Una guagua muerta y 37 personas desaparecidas”. Por otra parte, en el
periódico Página 7 de fecha 26/9/2011, una nota titula: “Muere un bebe en
violento operativo”. Mientras que, en el periódico La Opinión de misma fecha también
se encuentra una nota que titula: “Intervención deja un muerto y 37
desaparecidos, de los cuales 7 son niños”. Entre otras coberturas mediáticas
que repiten la información de muertes y desapariciones, sin los chequeos
periodísticos de rigor.
En este contexto, las críticas de
ciertos sectores opositores de derecha y, también, de algunos que dicen
cuestionar por izquierda, se dirigen hacia los medios en manos del Estado. Es
cierto que Bolivia, al igual que otros países de la región, se encuentra en un
proceso de fortalecimiento de los medios estatales y se sitúa, a su vez, en un
debate profundo respecto del concepto de “medios públicos”. Se asiste,
entonces, a esa tensión expresada entre la necesidad de poner a los medios
públicos al servicio de la política comunicacional del gobierno en función de
intentar contrarrestar la desinformación y tergiversación que más de una vez
realizan los medios privados, y la discusión más intensa y de contenido
profundo que aboga por la construcción de un nuevo modelo comunicacional descolonizador,
pluricultural, anti imperialista y democrático en el que los medios públicos
sean ejemplo. “Cuando asume el presidente Evo Morales se inicia un nuevo
proceso en Canal 7. Hay una diferencia abismal entre lo que fue y lo que es
ahora, sin embargo, todavía son iniciativas que se están dando en programas y
decretos. Nosotros debemos pensar en una cosa mayor, debemos pensar realmente
una Ley de Comunicación que hablé de todos estos aspectos: de una televisión
pública. El Estado tiene todo el derecho de defenderse de toda la arremetida
mediática de la derecha, ese es el papel que está haciendo el Canal 7 y
nosotros estamos plenamente de acuerdo con eso, es legítimo eso, pero creo que
es necesario construir una televisión pública a partir de este nuevo paradigma
de estado y de comunicación”, manifestó Humberto, participante de la Mesa de
Debate sobre Medios Públicos de Bolivia LAB 2013.
“Caminante no hay camino, se hace
camino al andar”, dice el poeta y por ahí vamos, aunque es necesario
visibilizar claramente esa tensión, porque ahí radica parte del conflicto que
la batalla cultural debe desentrañar. Ahí radica la posibilidad de construir
formatos diferentes que desde su base y nacimiento contengan los principios
rectores de una comunicación transformadora y revolucionaria.
El debate actual se centra,
fundamentalmente, en la reconfiguración del campo mediático y la necesidad de
imprimir un cambio de paradigma en términos de comunicación y cultura. Es
decir, asumir que la comunicación y la información han pasado a ser derechos
consagrados en la nueva Constitución Política del Estado y que, por lo tanto,
deben traducirse en prácticas concretas: en ampliación de voces y presencia de
la interculturalidad en las parrillas televisivas, en los diarios y en las
emisiones de radio. “Si somos plurinacionales cuántas presentadoras de polleras
tenemos. Una nomás en canal 7, o dos pero es el canal del Estado. Ahora si
habláramos por ejemplo de idiomas, nuestro Estado reconoce 36 idiomas, y
cuántos desde los presentadores, los trabajadores, los constructores de los
hechos noticiosos y las propias fuentes hablan en su propio idioma. Si fuéramos
hablando así en detalle de cómo están estructuradas las parrillas de
programación en los medios de comunicación, lo plurinacional no lo vamos a
encontrar. Y lo plurinacional es también el reconocimiento de ese derecho a la
comunicación y a la información” expresó Marianela Paco Durán Lic. en derecho y
comunicación social y Diputada Plurinominal por el Movimiento al Socialismo. La
cuestión de la “democratización de la comunicación” en Bolivia posee una larga
trayectoria, tal como indica Erick Torrico Villanueva, director de la Fundación
Unir Bolivia. La historia de los medios de comunicación con impronta indígena,
campesina y obrera encuentra en Bolivia uno de los recorridos más ricos de
América Latina y el Caribe. Las radios mineras y campesinas son la base
material sobre la cual se sustenta todo un desarrollo teórico en materia de
comunicación e información que tuvo su apogeo en los años 60, 70 y hasta
mediados de los 80. Personalidades como la de Luis Ramiro Beltrán, quien
participó de la comisión de la UNESCO que elaboró el informe “Un solo Mundo,
Voces Múltiples” en los años 80; o desde el cine revolucionario, la figura
insoslayable de Jorge Sanjinés, productor de “Teoría y práctica de un cine
junto al pueblo”, expresan un país que ha generado en su historia hitos que hoy
le permiten sentar las bases para el desarrollo de un modelo comunicacional que
visibilice las voces que primero la conquista y, luego, el neoliberalismo, han
persistido en ocultar. “El pasado está lleno de futuro”, manifiesta Tristán
Bauer. Y para que la hora vuelva a ser la de los pueblos, aún nos queda
pendiente la deconstrucción de la lógica privatista y comercial de la
comunicación que resiste y ataca con todos sus potentes instrumentos simbólicos.
La verdad que se construye peldaño a peldaño tras la elocuencia de la imagen
conviene a sectores de poder que a costa de lo que fuera pretenden seguir
expoliando sino naciones enteras, al menos poner en jaque sus soberanías con
sendos operativos de desgaste, de manipulación y desinformación. “Luchamos
contra la miseria pero, al mismo tiempo, luchamos contra la alienación” nos
dejó como otro de sus legados el Che. Develar y combatir las formas de la
alienación es, entonces, parte de la tarea de cualquier proceso político,
social y cultural que se estime a si mismo como transformador.
Debates:
Racismo: se trata de una problemática estructural en Bolivia. En el
año 2010 se aprobó y promulgó la Ley Contra el Racismo y toda forma de
Discriminación, no sin amplio debate. Sectores tradicionales de la prensa se
opusieron, a priori, a la Ley con el argumento de que coartaba la libertad de
expresión ya que imponía ciertas restricciones y penas concretas a los medios
que propiciaran la discriminación o el racismo. En la actualidad la Ley se
encuentra vigente y en aplicación.
Acceso a la información: el Ministerio de Transparencia elevó al
Congreso una propuesta de Ley sobre Transparencia y Acceso a la Información Pública
que en la actualidad se encuentra en debate y sobre la cual, los mismos
sectores tradicionales de la prensa y sus asociaciones que cuestionaron la ley
contra el racismo, hoy plantean diferencias respecto del mencionado proyecto.
Se realizó una Audiencia Pública en la cual determinados actores vinculados con
la comunicación y la prensa de Bolivia realizaron sus interpretaciones. Básicamente
el cuestionamiento se centró en el art. 42 del proyecto que es el que prevé las
excepciones al acceso a la información. Las observaciones y sugerencias serán
analizadas por el Congreso. A su vez, no se descarta convocar a una nueva
Audiencia Pública en la que participen otros actores sociales, ya que se
entiende que no se trata de una ley para el periodismo o los medios, sino que,
fundamentalmente, se centra en favorecer el acceso a la ciudadanía toda a la
información pública como puerta de entrada al pleno ejercicio de otros derechos.
En el plano normativo
Bolivia cuanta con los siguientes instrumentos
en términos de comunicación e información:
. La Constitución Política
del Estado Plurinacional de Bolivia, producto del proceso constituyente del año
2008 y aprobada en febrero de 2009, en sus artículos 106 y 107 garantiza el
derecho a la información y a la comunicación para toda la ciudadanía.
. La Ley General de Telecomunicaciones
y Tecnologías de Información y Comunicación promulgada en el año 2011, entre
sus elementos fundamentales, estipula que se abre el espectro a la
participación de nuevos actores de la comunicación. Se genera un proceso de
transición hasta el año 2017, momento en el cual el mapa audiovisual debe
contemplar un 33% para medios privados, un 33% para medios públicos y un 34%
para medios comunitarios, indígenas y campesinos. Esta cuestión de los tercios
que logró imponerse en el debate con la aprobación por amplia mayoría de la Ley
de Servicios de Comunicación Audiovisual de Argentina, hoy es modelo en la
región para comenzar a dibujar, al menos, los contornos de un nuevo modelo
comunicacional democrático, inclusivo, plural y diverso.
. Una Ley de Imprenta de
1925 que es la que en la actualidad se encuentra en debate. La posición gubernamental
es que debe surgir de la misma sociedad una propuesta superadora a esa
normativa que ya resulta vetusta, y que la nueva legislación debería contemplar
los otros instrumentos ya generados. Se considera que la nueva normativa
tendría que crear las condiciones para el impulso de un nuevo modelo
comunicacional centrado en la descolonización, la pluriculturalidad y la
democracia, entre otros aspectos. Por otra parte, hay sectores y actores de la
comunicación que apoyarían una nueva ley de medios que posea esa impronta pero
plantean que es el Estado el que debe convocar al debate en base a una
propuesta inicial, y, también hay sectores que defienden la antigua ley de
imprenta y no tienen la intención de que sea modificada o reemplazada. Aquellas
asociaciones y movimientos que pretenden que se modifique la vieja ley,
argumentan que es necesario debatir y regular el rol de los medios públicos, la
producción y difusión de contenidos audiovisuales locales tanto en los medios
públicos como en los privados y el acceso a los medios por parte de las
comunidades indígenas y campesinas, entre los temas centrales. Cabe destacar
que la Ley de Imprenta de 1925 resulta desactualizada con relación al nuevo
marco normativo superior, generado a partir de la nueva Constitución Política
del Estado y, también, con relación a las innovaciones en torno a las nuevas
tecnologías de la comunicación y la información de los tiempos que corren.
Nota: El presente
artículo se complementa con un documental que, situado en Bolivia pero con
perspectiva Latinoamericana, relata los principales debates en torno a la relación
entre medios de comunicación y política. Expone la tensión existente entre el
paradigma empresarial y privado de la comunicación y la comunicación como un
derecho de todos y de todas, hilvanando testimonios y materiales de archivo.
Martín Marino (imágenes)
Investigación de: La Cigarra Latinoamericana Producciones
Felicitaciones Majo y Martín!! muy buenas reflexiones! la alienación que tenemos que combatir, como muy bien recuerdan al Che, es principalmente cultural, Martí ya decía que habíamos conquistado sólo la independencia de "forma" y que teníamos que ir a la de fondo, la del "espíritu", la cultural, y en eso los medios de comunicación son claves. Quisiéramos compartir con ustedes un proyecto que estamos trabajando, es una red binacional de comunicadores populares Noa y Bolivia, hay muchas realidades comunes para compartir, desde las distintas experiencias pasadas y presentes de desmonopolización de medios y derecho a la información y comunicación de las comunidades que permita instalar nuevas agendas, como también las actuales dificultades para crear contenidos realmente descolonizados, con una mirada estratégica, y muy especialmente, sostener la producción de los espacios de comunicación, porque está pasando, por ejemplo en el Noa, que con la Ley tenemos las licencias, las capacitaciones y los contenidos... pero hay dificultades de sostener lo espacios, aquí nos estamos planteando modelos regionales de producción y otros modelos de organización que nos permitan autosostenernos y también, fortalecer las luchas desde una mirada Patria Grande. Bueno, amigos, seguimos en comunicación para intercambiar experiencias vía mail, abrazos! Vero Ardanaz (directora del documental "Sangre Boliviana", integrante de la Red de Hermanamiento Cultural Latinoamericano SURcimientos y de Nadir, grupo de trabajo para la descolonización de las representaciones)
ResponderBorrarHola Vero! gracias por tu comentario. Muy interesante la experiencia que relatas y lo que podamos trabajar juntos, en principio, a la distancia, conta con nosotros. Seguimos en contacto. Un abrazo!
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