domingo, 7 de julio de 2013

Las voces de la soberanía

¿Cuántos son los momentos de una vida que se pueden catalogar como históricos?
Qué paradoja: la finitud de una vida, la mía, la tuya la de él y lo histórico de determinados momentos. Y cuando ambos se cruzan, cuando vivencias ese hito en la historia, seguramente la mirada es estrecha y las reacciones son tardías… y claro, si somos simples mortales al lado de grandes personajes: líderes políticos cuyas acciones y, más aún, sus propias vidas trascienden la materialidad de sus cuerpos. Así lo demuestran Néstor, Chávez…


Cumbre de UNASUR que no fue tal, pero que igualmente fue histórica -voy a abusar de este término una y mil veces porque no creo que haya otro que defina de mejor forma las circunstancias-. Y ahora a escribir: ¿qué escribir? Dos posicionamientos entre muchos posibles que brotan de las venas, del entremezclar ideas y aclararlas.
La posibilidad de centrarme, en estas líneas, en la emoción a flor de piel de compartir el día, la hora y el lugar con tales personajes, de que mi cuerpo y sus cuerpos coincidan en tiempo y en espacio; en el sentimiento inconmensurable que no permite represión, de saber que sus miradas y la mía se cruzan una y varias veces, de la certeza del tacto estrechando sus manos, rozando con mi mejilla sus rostros, y la palabra: el comentario y la respuesta, la conversación pequeña, espontánea, genuina. En definitiva, el dibujo de los rasgos de ese estar ahí, con ellos y con ella. Percibir sus gestos, sus rostros de cansancio en las esperas. A veces, sus manos impacientes vaya a saber por qué, sus miradas perdidas en cavilaciones lejanas cuando no son el centro (porque el centro es otro de ellos) y aún en la primera fila de un escenario presidencial se abstraen de las miradas de cientos en recovecos inhóspitos. El jugueteo con la foto, con las cámaras: te miro ahora a ver si estás atenta con esa cámara en tus manos, te espero un tiempo para que enfoques, baja la cámara, saludame, explicitemos la complicidad del juego en el saludo. Lo mismo haré con otro señor de cámara en sus manos, mientras habla mi compañero o compañera, voy a aplaudir un rato, y, luego, me perderé otro poco y cuando los vea ahí, cercanos en mi horizonte, voy a jugar un rato con ustedes. Les voy a dar lo que quieren: mi mirada, mi sonrisa ahí: en tu lente.
Che, era una cumbre de presidentes!! ¿Y la política?
Si, si, claro. La otra posibilidad de este relato. Dos formas en que el imperio se hizo presente en NuestraAmérica. La primera, con el absurdo de retener a Evo allá en Europa… y tanto ya se ha dicho al respecto, las palabras de los presidentes y las presidentas son más que elocuentes. La otra forma en que el imperio está presente. La preocupante, la que se visibiliza en las ausencias. La que expone la distancia entre los momentos fundantes de UNASUR y las consecuencias de la alianza del Pacífico. Allí está la amenaza y, por eso, la importancia de ese estar ahí. Porque aquellos no están, porque no quieren ir, porque minimizan y boicotean es que se hace imprescindible estar ahí. La presencia es la demostración más cabal de que nada está perdido, de que estamos de pie para dar batalla. Es la expresión física de la lucha por la integración. Ahí radica el desafío de estos presidentes, en insistir obstinadamente en la unidad. Ahí radica el desafío de los pueblos, en comprender la hora y ganar las conciencias y las calles.      
María José Parra (texto y fotos)
Martín Marino (fotos)

Producciones La Cigarra






































No hay comentarios. :

Publicar un comentario