Ecuador inaugura la Universidad del Arte, ojalá ese semillero
multiplique por cientos la sensibilidad artística y el compromiso con los
oprimidos que logró Guayasamín.
Desde un sillón de paño lila, la
Cigarra observa frente suyo "Ríos de Sangre": las dictaduras de
América eternizadas en un óleo sobre tela que huele a sangre. El predominio del
rojo y la piel curtida, amarilla, sufriente del hombre en condiciones de
tortura. Amurada a esa pared, la imagen fija del dolor más aberrante para que
no olvidemos nunca.
La Capilla del Hombre – y
podríamos decir la de la humanidad toda, en sus versiones terribles y, también,
en las más tiernas- es la última gran obra de Guayasamín, construida con su
familia y hoy sostenida por la Fundación que lleva el nombre del Maestro.
Porque Guayasamín ha sabido
pintarnos las caras de quienes ofrecieron su vida por la libertad de América,
incluso, de quienes fueron ocultadas en la historia. Esas mujeres que
cuestionaron la época y participaron en los primeros planos de la escena
libertaria: Manuela Saenz tiene rostro en los murales del gran Maestro. Pero,
lo transgresor de este artista ecuatoriano es que ha logrado, con su espátula,
las facciones de la injerencia norteamericana, del colonialismo y de los
esbirros locales – que parece que en todas las épocas los hay – obnubilados por
los intereses externos que atentan contra las necesidades, los derechos, los
sueños de las grandes mayorías que habitan nuestros territorios. Los miles de
rasgos de nuestros pueblos tienen lugar, sitio privilegiado, en su legado
artístico.
Guayasamín nos pinta la historia
del modo más humano posible y, por eso, el más desgarrador y el más sensible,
porque en el fondo sabe que es de esa misma humanidad de la que depende virar
el rumbo violento en un devenir histórico de dignidad, paz y justicia.
Pero ya no queremos exponer aquí quién
fue Guayasamín. No queremos un recorrido por los momentos de su obra. No
queremos saber su biografía artística, ni la personal, tampoco especular con su
intimidad, ni con lo que dejó o no tras muerte. Lo que queremos es que nos diga
a través de su palabra y de las imágenes que supo recrear.
Lo que deseamos es que siga presente en la
construcción de sociedades más justas, en el desafío de la paz. Queremos que
más y más se apasionen con su obra mientras las miradas se pierden en oleos
pastosos o rudos acrílicos mezclados con mármol. Que conozcan la historia de
Ecuador y la de nuestra América, en las paredes parlantes que este Maestro supo
dejarnos.
Basta de palabras Cigarra, veamos
lo que Guayasamín tiene para mostrarnos y decirnos. Acerquémonos, también, a
través de quienes compartieron los días, los viajes, los sueños y proyectos que
hoy siguen vigentes.
Los y las invitamos a ingresar en
La Capilla, a escuchar a sus hijas y familiares para entender la potencia, la
actualidad de su obra.
“Siempre voy a volver,
mantengan encendida la luz.” Oswaldo
Guayasamín
No hay comentarios. :
Publicar un comentario